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Quetzalcoatlus (gr. "Serpiente emplumada") es un género de pterosaurio adzárquido que vivió hace entre 68 y 66 millones de años, en el Cretácico superior en lo que hoy es Norteamérica. Fue una de las mayores criaturas que han surcado los cielos. Actualmente cuenta con dos especies formalmente descritas: Q. northropi (Lawson, 1975), y Q. lawsoni (Andres y Langston Jr, 2021).

Es junto a Hatzegopteryx es el ser volador más grande de todos.

Su nombre tipo rinde honor al dios azteca Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, mientras que northropi hace referencia a John Knudsen Northrop, quien estaba interesado en la aerodinámica de los animales de cola corta, y lawsoni es un guiño al descriptor de la especie tipo de Quetzalcoatlus, Douglas Lawson.

Características[]

Anatomía general[]

El atractivo principal de este gigante volador (cuyo cuerpo estaba cubierto de picnofibras) eran sus enormes dimensiones.

Quetzalcoatlusscale1

Comparación de tamaño entre Q. northropi, Q. lawsoni y un humano de estatura promedio.(Crédito: Matt Martyniuk).

Tenia un pico muy agudo, afilado y carente de dientes. Antes se pensaba que su cuello era rígido y proporcionado en comparación a su cuerpo, pero hoy en día se sabe que era flexible (siendo capaz de girar la cabeza hasta 180 grados de izquierda a derecha) e inusualmente largo . Los huesos del cuello estaban "soldados" y se estima que su cráneo pudo alcanzar los 1,3 metros. Sus patas traseras eran considerablemente cortas pero contaba con unos músculos poderosos en ellas.

Si bien no se conoce el tamaño ni forma de la cresta craneal de Quetzalcoatlus, hoy en día se sabe que se situaba sobre los ojos (y no tras la cabeza, como se pensaba antes) y estaba ligeramente inclinada hacia adelante.

Tamaño[]

Quetzalcoatlus northropi tenia una envergadura enorme: ha existido controversia respecto a esto. En primera instancia se pensó que tenía una envergadura de casi 16 metros, medida que luego fueron variando entre 11, 15 y hasta 21 metros. Actualmente, los científicos le estiman entre 10 y 11 metros, tan largo como un autobús. Antes se creía que pudo ser la mayor criatura voladora que alguna vez existió, pero luego de descubrir a Hatzegopteryx, un pterosaurio con el que estaba emparentado, se ha puesto en duda esta conjetura. Su altura aproximada vacila entre 4 y 6 metros, siendo tan alto como una jirafa.

Por otro lado, a Q. lawsoni se le estiman entre 5 y 6 metros de envergadura y 2 metros de alto (ligeramente más alto que un humano), un tamaño que si bien es opacado por la especie tipo, no tiene nada que envidiar a otros pterosaurios.

Alas[]

Como es de suponer, la especie más grande de este animal era muy pesada respecto al resto de los pterosaurios, contando con unos 150 kg (cerca del límite máximo para el vuelo), así que tuvo que desarrollar unas alas mucho más extensas, huesos huecos (que por dentro llevaban varillas óseas para no romperse con facilidad) que aligeraban su cuerpo y, por supuesto, músculos pectorales increíblemente fuertes para levantar y mantener el vuelo. Como en todos los pterosaurios, las alas del Quetzalcoatlus estaban formadas por una prolongación del cuarto dedo, que sujetaba la membrana.

Visión[]

Se estima que los ojos eran enormes, la especie tipo habría tenido 10 cm de diámetro y poseído 100.000 nervios ópticos, lo que le daba una agudeza visual 4 veces mejor que la de un humano. Probablemente, las especie más pequeña contaba con la mitad de estas estimaciones: 5 cm de diámetro en cada ojo con 50.000 nervios ópticos que le ofrecerían una vista para nada despreciable.

Forma de vida[]

Comportamiento[]

Quetz Reiimon

Quetzalcoatlus lawsoni matando a un ornitomímido.(Crédito: Reiimon en Deviantart)

Q. northropi era un animal poco agresivo: si se enzarzaba en una pelea contra un individuo de otra especie, intentaba huir, pero en su caso, era una ardua tarea. Tenían una cresta sobre los ojos que era usada por los machos para atraer a las hembras, las cuales carecían de dicha cresta. Tras poner los huevos, las hembras los abandonaban a su suerte. Si conseguían llegar a la adultos, los Quetzalcoatlus preferían vivir en soledad, adoptando un temperamento territorial con los de su propia especie a menos que fuese época de apareamiento.

En contraste, Q. lawsoni era un animal más sociable que prefería la vida en bandadas y una crianza más atenta. Aun así, es posible que fuera hostil con otras especies o incluso otros Quetzalcoatlus que no pertenecieran al mismo grupo.

Quizás esta discrepancia de comportamiento se debiera a la diferencia de tamaño: al ser más grande, Quetzalcoatlus northroni requeriría mayor alimento y, por ende, habría más rivalidad entre sus semejantes.

Hábitat[]

Quetzalcoatlus fue abundante en la Texas mesozoica, en un nicho ecológico dominado por Alamosaurus. A día de hoy se especula que la especie mayor vivía en soledad cerca de ríos, arroyos y cualquier lugar donde hubiera cuerpos de agua extensos y poco profundos, mientras que la menor vivía en numerosos grupos en zonas parecidas. Tenía precursores en Norteamérica y su aparente surgimiento y expansión pueden representar la extensión de su hábitat preferido más que un evento de migración.

Alimentación y caza[]

Ha habido un sinnúmero de ideas propuestas acerca de la alimentación de Quetzalcoatlus. Al principio se rechazó una dieta piscívora activa, sugiriendo en cambio que Quetzalcoatlus era un carroñero como el moderno marabú, alimentándose de los cadáveres que encontraba, pero esta hipótesis se terminó rechazando debido a que la mandíbula inferior se inclinaba tan fuertemente hacia abajo al cerrarla que quedaba un espacio de más de cinco centímetros entre ésta y la mandíbula superior, muy distinto de los picos ganchudos de las aves carroñeras especializadas.

Quetzalcoatlus northropi

Quetzalcoatlus cazando crías de Tyrannosaurus. Crédito: Madison Henline.

Se sugirió por ese entonces que, con sus largas mandíbulas desdentadas, Quetzalcoatlus se alimentaba como los actuales rayadores, atrapando peces en vuelo mientras surcaba las olas. Esta hipótesis se volvió ampliamente aceptada pero fue perdiendo fuerza el pasar del tiempo debido a que los costos energéticos que conllevaba arrastrar el pico en el mar en vuelo serían muy altos; por si fuera poco, la mayoría restos de azdárquidos se conocen de localidades lejanas a mares o grandes masas de agua en la época y su anatomía no encajaba con las modernas aves que pescan en pleno vuelo según afirman los expertos Mark Witton y Darren Naish.

En su lugar, hoy en día se tiene el consenso de que se trataban de animales de caza principalmente terrestre, como las cigüeñas actuales, cazando presas más pequeñas que ellos en tierra y en aguas poco profundas, atrapándolas con sus largos picos. Esto es reforzado por su anatomía, que presentaba patas traseras excepcionalmente largas para un pterosaurio. Esto lo habría hecho un buen cazador en tierra y se piensa que pasaría la mayoría del tiempo en este ambiente.

En aire y tierra[]

El vuelo y su controversia[]

Quetzalcoatlus by Chase Stone

Créditos: Chase Stone

Se tiene muy poca información sobre la naturaleza del vuelo en el Quetzalcoatlus y otros azdárquidos gigantes. Su método de vuelo depende mayormente de su peso, el cual ha sido controversial. Algunos investigadores han sugerido que estos animales empleaban un vuelo lento planeando, mientras que otros han concluido que su vuelo era rápido y dinámico. Un científico llego a decir que el peso de Q. northropi había sido subestimado, incluso en las mayores estimaciones, y que era demasiado grande como para haber logrado el vuelo propulsado, y para causar mas intriga, un científico señaló que pudo haber sido un pterosaurio no volador.

En 1986 se llevó a cabo un experimento aerodinámico para examinar el vuelo del Quetzalcoatlus. Se construyó un modelo de máquina voladora (u ornitóptero) con una computadora sencilla sirviendo de autopiloto: El modelo voló exitosamente con una combinación de planeos y aleteos de las alas; sin embargo, el modelo estaba a la mitad del tamaño del animal real y se basaba en la antigua estimación de peso de cerca de 80 kilogramos, mucho menor que las más modernas estimaciones que sobrepasan los 100 kilos, pero se mantiene la idea de que Quetzalcoatlus era capaz de volar gracias a los potentes músculos y enormes alas que había desarrollado.

Para emprender el vuelo, Quetzalcoatlus habría tenido que dar un salto de al menos 2.4 metros apoyando todo su peso en las patas trasera, por lo que, lógicamente, gozó de una gran fuerza en estas pese a su pequeño tamaño (en comparación al resto del cuerpo).

No obstante, en 2022 se publicó un estudio desarrollado por Yusuke Goto y colaboradores en el que se postula que Quetzalcoatlus, pese a tener buena aerodinámica, alas enormes con músculos fuertes y huesos huecos, no habría podido sostener vuelos prolongados ni a mucha altura. Comparando su aerodinámica y anatomía con las aves modernas, Quetzalcoatlus y otros azdárquidos habrían adoptado un vuelo térmico, es decir, deberían aprovechar las ráfagas de aire ascendente que se crean cuando el suelo cambia de temperatura para volar: estos animales requerían un impulso considerablemente fuerte para despegar, y una vez en el aire habría mantenido una altura baja en comparación a sus parientes de menor tamaño. Se le catalogó a Q. northropi como un pterosaurio de "vuelo pobre" y se le comparó con la moderna avutarda kori (Ardeotis kori), la ave voladora más pesada de la actualidad, que pasa la mayor parte de su vida en tierra y emprende el vuelo solo cuando es preciso. Si bien no se habló sobre Q. lawsoni en el estudio, es posible que esta especie tuviera menos dificultades al momento de emprender el vuelo.

Su desplazamiento en tierra[]

Quetzalcoatlus by Gabriel Ugueto

Créditos: Gabriel Ugueto

Aunque Quetzalcoatlus, como otros pterosaurios, era un cuadrúpedo cuando estaba en tierra, este y otros azdárquidos tenían extremidades con proporciones más similares a las de los actuales ungulados corredores que a las de sus parientes menores, lo que sugiere una adaptación terrestre bastante ágil para ser un pterosaurio. Al desplazarse por tierra, Quetzalcoatlus apoyaba casi todo su peso sobre las patas traseras, y para mantener el equilibrio utilizaba sus manos, moviendo el dedo extendido que formaba el ala hacia atrás, plegándola.

Ahora bien, a Quetzalcoatlus le era imposible rotar sus extremidades posteriores hacia atrás con el objetivo de propulsarse por culpa del pulgar extendido que sostenía su ala. Esto también afectaba su caminar. Estudios realizados a partir del descubrimiento de Q. lawsoni han podido darle una idea a los científicos de como caminaban estos animales: primero levantan una mano y luego el pie correspondiente; cuando el pie pisaba la tierra, la mano haría lo mismo para luego repetirlo con el lado contrario. Si levantaba la mano izquierda, alzaría el pie izquierdo y daría un paso completo antes de volver a poner la mano en tierra, después lo mismo con el lado derecho. Esto explicaría el patrón plasmado en las huellas de pterosaurio encontradas en Francia a finales del siglo XX.

Si bien puede parecer un sistema complejo, estos gigantes alados no eran para nada torpes a la hora de caminar, siendo mucho mejores para esto que muchos pterosaurios, lo que le habría preparado excepcionalmente bien para la vida y caza en tierra.

Extinción[]

Este animal se extinguió por culpa de las lluvias de fuego que vinieron con el impacto del meteorito; incluso si algunos individuos sobrevivían, sus extremidades quedarían tan dañadas que no podrían volar. Por otro lado estaba la cuestión alimenticia: su hábitat estaba tan devastado que la comida empezaría a escasear y pronto morirían de inanición. Por si fuera poco, los huevos eran presa recurrente de los mamíferos. Ningún Quetzalcoatlus sobrevivió a los primeros diez años tras el impacto.

Descubrimiento e investigación[]

Quetzalcoatlus northropi[]

Esqueleto de Quetzalcoatlus

Esqueleto de Quetzalcoatlus

Sus primeros huesos fósiles se descubrieron en 1971 y provocaron gran expectación. ¿Cómo podía volar un animal tan grande? ¿Cómo vivía? ¿Y por qué murió? Douglas Lawson encontró el primer hueso en las rocas del Cretácico del parque Big Bend, en Texas, EE.UU. Cuando llueve allí, la blanda roca de disgrega dejando al descubierto muchos fósiles. Lawson se fijó en unos trozos de hueso que descendían por el frente de un acantilado. Los siguió hasta arriba y encontró un hueso fósil de 1 metro de longitud que sobresalía de la roca. Extrajo una parte y se lo llevó a Wann Langston, su profesor: Él comprendió que el hueso pertenecía a un reptil volador, un pterosaurio. Era hueco y de paredes finas, y por lo tanto muy ligero, pero su tamaño resultaba increíble. Tomando como proporción el hueso del ala, Langston calculó que la envergadura de este animal era de unos 15 metros. Él y Lawson se apresuraron a regresar al yacimiento, esperando desenterrar el resto de este monstruo volador. Encontraron otras partes del ala, pero poco más. El enorme animal fue llamado Quetzalcoatlus.

Quetzalcoatlus lawsoni

Comparación de tamaño entre Q. lawsoni y un humano (Créditos: Brennon Valdez).

Quetzalcoatlus lawsoni[]

Langston inspeccionó el yacimiento durante años y encontró muchos fósiles parecidos, pero eran más pequeños: eran de una especie menor.

Se recolectaron cerca de 300 huesos de esta especie pequeña, siendo mucho más completo que su hermano mayor. Esta especie recibió el nombre de Quetzalcoatlus lawsoni en 2021 (en honor a Douglas Lawson) y ayudó a responder las incógnitas que más resonaban en la comunidad científica: su forma de caminar y emprender el vuelo, principalmente.

En la cultura popular[]

Quetzalcoatlus ha aparecido numerosas ocasiones en la cultura popular gracias a sus características que siguen causando interés. Mas que todo en documentales como Walking with Dinosaurus, Dinosaur Planet, When Dinosaurus Roamed America, Monstruos Voladores, El Último Día de los Dinosaurios, Prehistoric Planet o Dinosaurios en Combate, donde se le atribuyó la capacidad de ver un ultravioleta, cosa que no ha sido científicamente comprobada y no debe darse por cierto. También ha aparecido en series como Dino Dan y Animal Armageddon, así como en el prólogo de la película Jurassic World: Dominion. Tampoco se ha quedado fuera de los videojuegos, teniendo apariciones en Jurassic World: The Game, Jurassic World Alive y The Isle, aunque fue retirado de este último. Varias réplicas de Quetzalcoatlus se han exhibido en museos y ha sido ilustrado en múltiples enciclopedias y libros didácticos. Como es de esperar, en algunas de sus apariciones se le confiere una reconstrucción erróneas, representándolo a veces como un Pteranodon gigante, a raíz de esto suele haber gente que los confunde con este género o incluso con Pterodactylus.


Referencias.[]

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