La coraza de este dinosaurio acorazado tan primitivo estaba compuesta por placas y protuberancias óseas que le recorrían toda la espalda. Pero los flancos y la zona abdominal quedaban desprotegidas. El Emausaurus mordía las plantas con su pico desdentado. Sus finas mandíbulas, provistas de dientes débiles en forma de hoja no podían desmenuzar mucho las plantas, por lo que las tragaba a grandes cantidades.
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